jueves, 5 de mayo de 2011

zapatillas de ballet, toda una teoría detrás

El uso de las zapatillas de punta en el ballet clásico es obligatorio aproximadamente a partir del segundo o tercer año académico, aunque puede haber variantes de acuerdo al criterio de enseñanza.

Detrás del trabajo de puntas existe un gran esfuerzo físico y técnico por parte de la bailarina y un arduo entrenamiento.

El trabajo de puntas es el más célebre y tradicional distintivo de las bailarinas clásicas. Las puntas son el secreto de su gracia y su encanto, es aquello que las hace a la vista del espectador como un ser sobrenatural y fantástico. En pocas palabras, el papel de la bailarina en el ballet no podría entenderse sin la presencia de las puntas.

El uso de las puntas dio comienzo en el siglo XIX con el auge de los ballets románticos, siendo la genial María Taglioni quien las utilizó por primera vez. El fin que se buscaba era alcanzar el máximo refinamiento y sutileza de movimiento , tal como lo requería el romanticismo, obsesionado por seres espirituales, hadas y espectros, donde las puntas adquirían especial protagonismo. Posteriormente su uso se generalizó para todas las bailarinas y en la actualidad se utilizan para la representación de todos los ballets clásicos.

En los albores del ballet no existían las zapatillas de punta, por lo que las bailarinas rellenaban las puntas de los zapatos con algodón en rama. Estos zapatos no eran los de hormas de hoy en día, sino simples zapatillas de satén con suela delgada. Para ejecutar el nuevo trabajo de puntas, o sea, bailar sobre las puntas del pie, lo que daba la sensación de que la bailarina era tan ligera que apenas rozaba el escenario, se protegía con este tipo de algodón. El trabajo de puntas fue sin duda, la innovación más famosa del ballet romántico.

El uso de las zapatillas de punta es obligatorio aproximadamente a partir del segundo o tercer año académico, aunque puede haber variantes de acuerdo al criterio de enseñanza. Detrás del trabajo de puntas existe un gran esfuerzo físico y técnico por parte de la bailarina y un arduo entrenamiento. La sensación que se busca es la de movimientos en constante crecimiento y a lo alto, de apenas rozar el suelo , o de no hacer ruido al caer de un salto. Todo ello conforma el mundo que la bailarina clásica representa y donde las puntas son una parte clave de su fascinante belleza.

El trabajo de puntas debe comenzar gradualmente para que el alumno se acostumbre a ellas y logre la fuerza y equilibrio necesarios para ejecutar los pasos de puntas. Primero se requiere tener una base clásica elemental, con buen dominio de los ejes corporales y de coordinación. Al principio se utilizan al final de los ejercicios de barra, haciendo hincapié en los pliés relevés, y más tarde se utilizan para hacer la clase completa y ejecutar la totalidad de los movimientos en relevé utilizando las puntas.

La compra de las puntas

La elección de las puntas es algo muy personal, de ningún modo puede ir otra persona que no seamos nosotras mismas a efectuar la compra y debemos hacerlo siempre en establecimientos especializados para bailarines. El criterio a seguir a la hora de la compra es que ambas zapatillas deben quedarnos completamente ajustadas a nuestros pies, pero sin que logren encoger los dedos; los dedos deben entrar perfectamente estirados, del mismo modo que tampoco debe sobrar espacio en los talones al ponernos de puntas.

En el mercado existen diversas marcas de fabricación y zapatillas de distintos países de origen, pero es necesario reiterar que la elección es personal y debemos llevar aquellas que mejor se adapten a nuestras necesidades. De este modo, aconsejo no ir con prisas a comprar las zapatillas y probarse todas aquellas que consideremos necesarias hasta que por fin nos hagamos con el par apropiado. No debemos avergonzarnos ni tener reparos ante el dependiente de la tienda por probar muchos pares hasta encontrar el nuestro , puesto que los trabajadores de este tipo de establecimientos conocen sobradamente las costumbres de los bailarines y del rigor que tenemos a la hora de adquirir nuestra herramienta de trabajo, con lo cual debemos tener serenidad y pensar muy bien la compra que vamos a efectuar, ya que una zapatilla usada no admite cambios ni devoluciones.

Asimismo, debemos tener en cuenta las características de las zapatillas a comprar, en la actualidad existen diversas variantes con el fin de que la zapatilla se ajuste con más precisión a la demanda del alumno y el bailarín.

Por tanto podremos encontrar:
  • Zapatillas de estudio o zapatillas profesionales: yo recomiendo éstas últimas, pero si el alumno se encontrara a gusto con una zapatilla de estudio no debe dudar en llevarla.
  • También se debe tener en cuenta el alto de la caña: un pie con poca fuerza o con escaso empeine debe optar por una caña corta a fin de que su empeine no quede obstruido y el trabajo de puntas le ayude a desarrollarlo; en cambio, un pie con fuerza y con mucho arco y empeine debe optar por una caña alta para sujetarlo mejor y que no desborde la zapatilla. Eso hará que el alumno trabaje con seguridad sobre las puntas.
  • Observaremos también el ancho de la zapatilla, ya que deberemos llevar una zapatilla con una talla de ancho apropiada para nuestro pie, puesto que un pie muy delgado necesita un ancho diferente a aquellos que tienen un pie más gordo. De esta manera, no se debe buscar ni muy ajustada, ni muy holgada, sino la talla que se adapte perfectamente a nuestro ancho de pies.
  • En cuanto al color, yo recomiendo que para la rutina diaria sean de color rosa, pálido o fuerte. No obstante, cada ballet o personaje sobre el escenario puede requerir el uso de distintos colores.
  • Otra característica a tener en cuenta es la rigidez apropiada de la suela. Existen zapatillas de punta con un grado de rigidez normal, reforzado o super reforzado, por tanto debemos adquirir aquellas que tengan la rigidez que nuestros pies necesitan. Un pie con poca fuerza debe elegir una rigidez media, y un pie fuerte debe elegir una rigidez reforzada o super reforzada. Hay que tener en cuenta que la rigidez es fundamental, de ella depende como nos vayamos a parar sobre la punta, un pie débil deberá hacer mucho esfuerzo para empinarse sobre una zapatilla extremadamente rígida, y en cambio, un pie fuerte quebrará con facilidad una zapatilla muy blanda, con lo cual debemos optar por aquella rigidez que mejor se amolde a nuestras necesidades. No debemos olvidar que asimismo, con el uso las zapatillas se van ablandando progresivamente.
Recuerda que hacer una buena compra es fundamental ya que el uso de zapatillas inapropiadas puede desarrollar diferentes problemas- que pueden ir desde un juanete, hasta problemas serios en la columna.

De ninguna manera yo recomiendo ablandar una zapatilla utilizando otro medio que no sean los propios pies de la bailarina, puesto que podríamos deformarlas o ablandarlas excesivamente, de modo que descarto cualquier tipo de práctica de ablande que no sea la mencionada, ni tampoco se deben prestar a otra persona con más fuerza de pies, puesto que las zapatillas de punta jamás deberán prestarse a una compañera ya que son personales e intransferibles. En el caso de que la alumna tuviera excesiva fuerza en sus pies se haría necesario un refuerzo adicional realizado por un zapatero experimentado en bailarinas, pero no suele ser necesario en la mayoría de las veces ya que son casos excepcionales, o bien, de bailarinas profesionales con alto rendimiento que entrenan muchas horas diarias.



Se considera que una zapatilla de punta está quebrada cuando ya no podemos pararnos sobre su punta satisfactoriamente, o bien, está muy blanda, o bien, nos cuesta mucho esfuerzo pararnos como cuando estaban nuevas, incluso debemos detectar que ha llegado la hora de cambiarlas cuando al ponernos de puntas sentimos que la punta de la zapatilla ya no nos protege y nos da la sensación de que estamos tocando el suelo con la punta de los dedos , causándonos un dolor evidente.

Recordemos que la vida útil de unas zapatillas de punta es variable de acuerdo a cada persona, lo importante es renovarlas cada vez que pierdan eficacia, estén muy estropeadas o quebradas. Hay bailarinas que pueden gastar un par de zapatillas o más por actuación, hay alumnos que pueden quebrar un zapatilla en una sola clase, alumnos que tienen que cambiar sus zapatillas semanalmente o mensualmente, etc. Todo depende de lo mucho o poco que las utilicemos y la fuerza que tengan nuestros pies, puesto que un pie con mucha fuerza puede estropear una zapatilla con más facilidad que un pie débil o el pie de una alumna principiante.

Usándolas un par de veces a la semana, una hora de clase, pueden durarle a una niña principiante tres meses aproximadamente. También depende del cuidado que les demos.


La sujeción y los protectores

El medio de básico de sujeción de las puntas son las cintas cosidas a los laterales a la altura que marca el talón cuando lo doblamos hacia adentro. Las cintas deben ser del mismo color que las zapatillas, pueden ser de raso o de otra calidad de género que resista mejor el atado y no se desaten fácilmente los nudos. Debes tomar la precaución de no darle puntadas al cordón o elástico con el que te abrochas la zapatilla cuando esta suelta, pues si lo haces, después no podrás ajustarla como quieras. A propósito de este cordón que viene incorporado a la zapatilla, y que rodea el borde superior de esta: cuando estés en clases debes esconder el nudo y las puntas de este bajo tu empeine, dentro de la zapatilla. Esto es valido tanto para las zapatillas de punta como para las de media punta.

No obstante, es posible que necesitemos una sujeción extra para sentir mayor seguridad y coloquemos gomas elásticas en al parte alta o baja del empeine, o bien en el talón para que la zapatilla no se deslice por detrás en los movimientos. No recomiendo ningún medio de sujeción extra que no sea aquel que el alumno considere necesario, lo importante es sentirse tan segura como si las zapatillas de punta formaran parte de nuestros propios pies y no tengamos en ningún momento la sensación de que se nos van a escapar.

En cuanto a los protectores, yo no recomiendo ningún tipo de protección para los dedos, excepto que el alumno lo considere necesario. Aquella persona que sienta dolor o tenga la piel de los pies muy sensible, recomiendo el vendaje de los dedos , uno por uno, con esparadrapo cubriendo bien las zonas que pueden dañarse o sean susceptibles a los roces. Asimismo, se puede adquirir en establecimientos especializados punteras de protección de distintos materiales, el alumno deberá escoger las que mejor se adapten a sus pies, con las que se sienta más cómodo, o aquellas que amortigüen con mayor eficacia el dolor que cada cual pueda sentir.

Las encontramos de esponja, de piel de conejo, de goma, de silicona, etc. La silicona suele ser más cara que los demás materiales y además se adapta al espacio que deja cada dedo en el interior de la zapatilla. No recomiendo el uso del algodón, pero hay quienes hacen uso de él, aunque es menos eficaz.

Por otro lado, recordemos que no todas las personas sienten dolor al pararse de puntas, aquella alumna que tenga los pies más sensibles sentirá efectivamente mayores molestias, pero reiterar su uso es beneficioso para que el pie se acostumbre y resulte menos traumático el trabajo de puntas. De hecho, la mayoría de las niñas que se dedican al ballet no suele tener ningún problema con sus pies y utilizan las puntas con normalidad. Además, cada día se fabrican zapatillas de punta de mayor calidad y perfeccionadas para la comodidad del bailarín, pero no obstante, cada persona es diferente y su relación de uso con sus zapatillas es personal y particular.
Cuidado y guardado diario

Las puntas deben guardarse cuidadosamente cada vez que dejamos de usarlas o acabamos de hacer clase. Para ello es necesario plegar hacia adentro los talones, luego doblar los laterales hacia adentro y acto seguido enroscar las cintas a su alrededor. Cada zapatilla debe plegarse por separado y no deben introducirse jamás una dentro de la otra como si de chanclas de playa se tratara.

Una vez que hemos hecho el plegado, las guardaremos enfrentadas hacia adentro, cada talón tocando con la punta del otro par y las colocaremos en una bolsita especial para ellas. La bolsita podemos comprarla en un establecimiento de artículos para la danza o bien fabricarla nosotras mismas. Lo importante es que deben permanecer aisladas del resto de prendas y calzado de otro uso. Jamás debemos guardarlas con prisa colocándolas sueltas dentro de nuestro bolso. La bolsita debe ser de tela y apropiada para las zapatillas, y tener el ancho necesario para que se mantengan juntas y no se dispersen dentro del bolso de clase o del armario.

De vez en cuando aconsejo dejarlas en casa desplegadas en un lugar fresco y seco para orearlas durante unas horas, ya que guardarlas inmediatamente después de clase puede hacer que el color de las zapatillas se vea alterado por el sudor.

Jamás se debe lavar una zapatilla de punta con agua y jabón, ni con cualquier otro producto de limpieza, y menos aún echarlas a la lavadora.
Cuando estén sucias debemos dejarlas así, y en caso de realizar una actuación podemos “maquillarlas” utilizando un fon de teint o base de maquillaje facial de un color similar al de la zapatilla para cubrir las posibles imperfecciones provocadas por el uso.

Como pararse correctamente en puntas

En una punta fuerte y segura, como debe ser en teoría, el peso se distribuya equilibradamente por la línea central de cada pie, es decir, los tres primeros dedos empezando por el gordo. Hay que impedir que el pie ruede como una hoz sobre el dedo gordo o el meñique y en los relevés siempre debemos estirar bien las rodillas y hacer uso de todo lo aprendido en media punta en relación a la colocación postural y a los criterios de alineación para mantener correctamente en equilibrio nuestro cuerpo.

Y recuerda: las uñas de los pies debes mantenerlas siempre cortas.
fuente: http://www.danzaballet.com/


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